sábado, junio 30, 2007

Sin hacer ruido

Es muy triste que en lugar de darte un abrazo sólo pueda mirar tu antiguo reloj de cuerda. Deberías estar tú aquí en lugar de él. Sé que querías venir, tenías la ilusión de tus paseos por el bosque, de ganar el concurso de dominó por tercer año consecutivo, de traer los pastelillos de tocino de cielo a tu nieta...ni siquiera pudiste comprarlos. Me da rabia que no pudieras hacer todo eso, pero estas cosas no se eligen. Llegó tu hora de irte y nada se pudo hacer. A tan sólo dos días de poder volver a verte tu corazón falló...

Adicto al tabaco, al café y a las series de Chuck Norris o "el pegahostias", como tú lo llamabas. Odiabas la carne porque se te hacía difícil masticarla, te encantaba la fruta, comerla a mitades: media manzana, media pera, medio plátano...ese era tu postre. Era normal abrir la nevera y encontrar medias piezas de fruta por todas partes. Te reías cuando te aconsejábamos cuidar más tu tensión, decías que de algo hay que morir...y seguías fumando y bebiendo tu café, aunque esto último siempre lo negabas.

Igual que viviste te fuiste, sin hacer ruido...apenas pasó una hora entre que nos avisaron que estabas mal y que luego no habías podido aguantar...Las maletas ya estaban casi hechas pero no pudimos llegar a tiempo para estar contigo. Nunca olvidaré aquél sollozo de mi madre, no hizo falta que dijera nada más. Ese viaje a Guadix, normalmente lleno de alegría, se hizo eterno y angustioso. Era el viaje para verte por última vez y decirte adiós. Siempre he odiado las despedidas y esa la que más.

Los ojos de la abuela, habitualmente verdes, estaban casi azules de tanto llorarte. No la has dejado sola, todos la cuidaremos igual que tú lo hacías. El día antes saliste corriendo a comprar sus pastillas para que las tuviera durante el viaje. No te preocupes, no le faltarán. Pero a nosotros siempre nos faltarás tú...